La luna en el mar riela

Tuve un viejo profesor que nos decía que los pensamientos los trae el viento, que cuando buscásemos inspiración lo que debíamos hacer era asomarnos a una ventana, entornar los ojos y esperar. Aseguraba que siempre había una musa dispuesta a ayudarnos. Era un poeta, por lo que no tomábamos muy en consideración su consejo a la hora de escribir los textos que nos proponía. Un día le vimos enfadado, cuando el bueno de Ángel hizo un pareado atroz. Leyó en voz alta que “en una sucia ventana vacía había una serpiente que se reía”. Usted la ventana la visita poco, gaznápiro, fue lo que respondió. Le hizo escribir la estrofa en la pizarra y así acabó de enseñarnos a todos la métrica y a dar coherencia a los textos. Ángel estaba enfurruñado por la humillación y, para hacer méritos se arrancó con el recitado de la Canción del Pirata. El profesor poeta se llevó el dedo a los labios y nos hizo callar. Nuestro compañero se sabía de memoria el poema y recitaba regular, con voz recia y respirando como si estuviera corriendo los 100 metros lisos en los que, por cierto, era campeón. Cuando acabó todos aplaudimos y el profesor dejó el asunto zanjado. ¿Ve usted lo inspirado que estaba Espronceda? Seguro que le dio el aire navegando en un barco pirata. Hágase usted pirata, Ángel, le irá mejor. Así se redimió nuestro amigo, aunque desde entonces llevó a sus espaldas el cariñoso mote de “Pirata”. Y creo que él y sus colegas de antaño miramos mucho por las ventanas. El viejo profesor dejó huella.

NOTA: Texto finalista y GANADOR en el concurso Creatividad literaria de marzo, modalidad cuento breve, de entre 1000/1500 caracteres y tema "Surcando el viento". 

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