Encima había un chivato

El concejal de movilidad y su equipo discutían medidas para mejorar el comportamiento de los conductores en la ciudad. Tenemos establecido, decía, que la velocidad obligatoria es de 30 km/h. Y nadie la cumple. Claro, comentaba el Jefe de la Guardia Municipal, no tenemos radares para comprobarlo. El concejal entornó los ojos pidiéndose a sí mismo un poco de paciencia. Aparcan en doble fila, continuaba, aunque sea para comprar el periódico. Pero es que no hay agentes para estar en todos los sitios, replicaba autoridad. El concejal frunció el ceño. Pero eso es cosa vuestra, yo no puedo poner multas. El guardia se encogió de hombros. Hacemos lo que está a nuestro alcance. Bueno, pues esta semana haremos la campaña del cinturón de seguridad, propuso. 7 días parando coches y multando a quien no esté atado como manda el código de circulación. Os ponéis en la avenida que tiene dos carriles. Pero, el concejal ya estaba a punto de estallar, será por la mañana, que por la tarde tenemos procesiones y partido de fútbol, se defendía el jefe de la guardia municipal. ¡Quiero 100 multas por lo menos! Esta fue la orden inapelable del concejal, pero sabemos que no se recaudó nada, pues había un topo en la reunión, ya que al día siguiente los periódicos locales publicaron con todo detalle las intenciones del ayuntamiento para mejorar la seguridad en el tráfico local. Eso sí, el Jefe de la Guardia Municipal cumplió la orden.

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