Se gesta una leyenda

Aquel hombre era una fuente de historias nada despreciable. Aquí en el lago, me decía, ocurrió que ejecutaron un desahucio que no tuvo ni pies ni cabeza. Resulta que hacia Culenmapu, al oeste del lago, los bancos consiguieron que unos señores llenos de deudas pagaran su agujero económico con la casa. Los juzgados ordenaron el desalojo y allá que fueron los funcionarios de turno con un camión y una porra. Destrozaron la puerta y vaciaron la casa dejando muebles y pertenencias amontonadas en la orilla de la carretera. Como era de esperar, las cosas de valor volaron y el resto se deterioró a la intemperie. Pero, aquí está la historia que Cristian contaba, resulta que se equivocaron de casa. Cuando se percataron de ello, era tarde. La dueña de la vivienda enajenada, dicen, aún sigue llorando por todos los recuerdos familiares que perdió para siempre, que su marido aún sigue denostando a los funcionarios de turno, que los bancos no han dejado de pleitear con el estado, que la administración no sabe cómo compensar a las víctimas, que... Un caos que muestra la ineptitud de algunos y el mal fario de otros. La información que añadió Cristian deja a las claras que aquel affaire administrativo va camino de convertirse en una leyenda más del lago Vichuquén, donde los personajes podrán contar durante muchos años y en las noches de luna llena sus penas y malaventuranzas.

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