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Es cierto que detrás de cada ser humano se esconde una historia, pero no es menos cierto que a cada persona le acompañan otras muchas más historias, tantas cuantas dinosaurios encuentra en cada despertar...
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17 ene 2025
Realismo mágico
Fue un día largo, como son casi todos para un turista, paseando por calles, paseos, avenidas y parques de Lima. Con ánimo de recuperar el ánimo entramos en una taberna, de corte claramente centroeuropeo, donde pedimos un pisco sour para recuperar el ánimo. Y con aquel coctel, cuya autoría aún se disputan Perú y Chile, se nos encendió el ánimo y hasta el espíritu. Y entablamos conversación con un parroquiano parlanchín que estaba muy interesado en nuestro origen y experiencias. Nos contó que él era de ascendencia europea (abuelo alemán), que dirigía la Cámara de Comercio del barrio de Miraflores, que había viajado más de siete veces por Europa, que él se sentía muy peruano, que... Fue una conversación amena, llena de anécdotas y donde no dejó de preguntar por la realidad política y social de este lado del Atlántico, algo que no acababa de entender bien. Muy agradable y exquisito. Y todo esto quedó patente con la anécdota de la que fuimos testigos. Al entrar en el local este señor ya estaba en la barra, repentinamente la abandonó y salió fuera. La cajera le llamó blandiendo inútilmente el ticket de pago. Yo pensé que era un “sinpa”, sin más, algo que en la hostelería tienen que aguantar de vez en cuando. Sin embargo, cuando nosotros estábamos ya acabando la pelea con el pisco sour, regresó el hombre. Y es cuando entabló conversación con nosotros. Conversación que en un momento dado interrumpió para reconvenir a la camarera. Señorita, le dijo, no me llame la atención otra vez. Yo nunca en la vida me voy sin pagar. La chica se quedó cortada, miró a su jefe que permanecía inmutable y calló. Reanudamos la conversación como si nada. Cuando ya nos despedimos, estábamos ya en el segundo pisco sour, aquel hombre parlanchín, pagó todo lo consumido y con cierto secreto se nos acercó tapándose la boca y nos soltó una confidencia: Por cierto, yo soy el dueño de este local. Sonreímos con ganas y aún lo sigo haciendo. Y me pasa que, con cosas como ésta, hay un pensamiento que me ronda por la cabeza cada vez más. Y es que el mundo en América latina tiene algo de insólito o mágico, parece que vives en otra dimensión donde las leyes de la Lógica y hasta de la Física quedan a veces en suspenso.
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