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29 ene 2025

Amores pasajeros

Mi tío Andrés se ha presentado a la cena de navidad con una novia nueva y muy guapa. Es la quinta que conozco yo, me ha dicho mi hermano con una sonrisa maliciosa. Ya verás qué ruido hacen esta noche en la cama. Tonto, le he dicho yo. Para carnavales no siguen juntos, ha asegurado mi madre. Mi padre no ha levantado la cabeza ni para saludar y se ha dedicado a servirle un montón de veces la copa de vino. Ella, la intrusa de la familia, apenas ha hablado. Es serbia, ha dicho mi tío. No sabe nuestro idioma. Yo me he enfadado un poco con la frialdad de mis padres y hermano y me he refugiado en los brazos de mi tío. Esta niña es la que más me quiere en esta familia, ha dicho, mientras me daba un beso. Luego me ha pasado a los brazos de su novia, que me ha acariciado y dado dos besos más. Qué piel más fina, qué brazos tan suaves, qué besos más tiernos, he dicho para mis adentros. Luego me he sentado junto a mi hermano y me ha hecho un comentario que no he entendido. Qué suerte tienes, pedazo de mierda. Yo he empezado a llorar y mi madre ha lanzado una severa mirada a su hijo mayor. Ander, que tienes 10 años más que ella. Yo que he visto mi oportunidad he soltado una queja donde más duele. Que me devuelva la croqueta de jamón. Mi hermano confuso me ha pasado la primera que ha pillado. Mi tío se ha reído y la serbia me ha acariciado la cabeza. Le he desafiado a mi hermano y he hecho el gesto de la victoria delante de sus narices. Le he puesto nervioso, porque se ha comido una croqueta muy caliente entera con aspavientos. Además, la serbia no le ha mirado a él en toda la noche. Que se fastidie el gordo este, he pensado yo.
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