Doña Mercedes no para de reírse mientras lo cuenta. ¿Sabes? Mari Tere me contó ayer la última cosa que le ha pasado. Yo le presto atención, porque la tal Mari Tere era prima de mi madre, es decir, compartían abuelo y, ya se sabe, las cosas de familia siempre tiran. ¿Qué fue lo que pasó? Sabes que últimamente ha estado de médicos, que si un hombro, una rodilla, que si... El caso es que más de una vez la han llevado a la rehabilitación en ambulancia. Ya. Pues resulta que la última vez, continúa doña Mercedes con el relato, cuando le tocó subir al vehículo de marras le hizo una propuesta al conductor. ¿Se le declaró? No, hombre, no seas bruto que es una mujer con cabeza. Pues eso, que le dijo muy zalamera que soñaba con entrar en su calle en ambulancia con las luces de emergencia y la sirena sonando. ¿Y le hizo caso el de la ambulancia? Totalmente. La fresca de ella entró muerta de risa y felicidad en el barrio y el conductor feliz como una perdiz de conseguir tanto con tan poco. Y, preguntaba yo, ¿lo contó enseguida? Dicen que primero salió el vehículo cojeando de modo exagerado, por aquello de dar el pego, pero en cinco minutos llenó los 20 grupos de WhatsApp que tiene con su historia, es una fresca. Jopé, exclamé yo, Badaya tenía que ser. Dejé a doña Mercedes riéndose con ganas.
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