El
cartero repartió el correo de manera muy profesional, como siempre,
haciendo llegar cada envío a su destinatario. Pero tengo que decir
que cometió un fallo, porque a mi buzón llegó una carta
equivocada. Iba dirigida a una persona con mi apellido, que no era
yo, y que vivía en mi calle, pero no se indicaba el número del
portal. Hombre, para mí fue una sorpresa saber que alguien más, y
encima en mi calle, se apellidara Badaya. Ane Badaya. La carta venía
de Universität Erlangen-Nürnberg y supuse que contenia algo
importante para la destinataria. Tenía dos opciones, devolverla o
tratar de buscar a mi homónima. Hice esto último. Localicé a
alguien en Twitter con nombre y apellido idéntico y le mandé un
aviso claro y conciso. Tuve éxito. A las 24 horas aparecieron ella,
su hermana gemela y la madre, todas ellas sorprendidas por los
hechos. Me hicieron las preguntas justas y me agradecieron de corazón el favor: Eran las notas del curso de Erasmus que Ane Badaya
había realizado en Alemania y que necesitaba para incluir en su
curriculum de estudiante de Ingeniería. Todos felices y una amiga
más.
_____ o _____
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