23 feb 2018

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“Prohibida la entrada a gente egoísta” rezaba el cartel que el mendigo enseñaba en el atrio del templo. Los parroquianos, por aquello de hacerse con méritos que adornaran su palmarés, eran generosos con el indigente que no cesaba de agradecérselo con entusiamo. “Dios les premiará como se merecen”, decía.
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NOTA: Publicado el 22-02-2018 en Cincuenta Palabras, blog que edita relatos de exactamente 50 palabras.
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