Llegó
la primavera y la rana mejoró el ritmo de sus constantes vitales.
Salió a la superficie de la charca y vio el mismo mundo de siempre.
Así que se zampó todos los insectos que acompañaban a las vacas
que abrevaban en su hogar, engordó lo que pudo y hasta mantuvo un
romance breve con un don Juan que apareció por allí. Con la sequía
de agosto, el agua dio paso al lodo y ella tuvo que esconderse en el
fondo y paralizar su organismo a la espera de mejores tiempos. De
nuevo durmió con sus constantes vitales a baja velocidad. Nunca supo
explicar qué le producía más placer, si vivir medio muerta o vivir
en este mundo donde los mortales somos, mal que nos pese, todos.
_____ o _____
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