Páginas del BLOG

19 may 2025

Biritxi

El masajista del equipo de fútbol era amigo de mi padre y a mí me conocía. Por eso me atreví a pedirle que nos dejara pasar a ver el entrenamiento del equipo. Sí, pero tiene que ser en aquella portería, así hacéis de recogepelotas. Más contentos que unas pascuas nos colamos los cinco amigos a ver el entrenamiento y disfrutamos como niños, lo que éramos, mirando, aplaudiendo y animando a nuestros ídolos del balompié. Al entrenador, que vio que aquel día no iban a faltar balones para chutar, se le ocurrió ensayar una retahíla de remates inacabable. Nosotros disfrutamos mucho, pero sudamos de lo lindo corriendo detrás de todos los balones que se escapaban de la portería. Al final, entrenador, auxiliares y jugadores nos aplaudieron. Bueno, todos menos el portero que nos chocó la mano uno por uno y nos dijo muy serio. No volváis más por aquí que estoy muerto, estos cabrones me han fusilado hoy sin balas. Biritxi, el masajista, sonreía y nos regaló un refresco. Ese día mi padre se me acercó sonriente, me dio orgulloso un golpe en la espalda y me echó un piropo. ¡Chavalote! Mi madre no entendía nada, pero también sonrió al verme comer con tanto apetito.
__________

No hay comentarios:

Publicar un comentario