Páginas del BLOG

14 feb 2025

Anonimato en lepidópteros

Soy una mariposa sin personalidad, bueno, sin identidad individualizada, quiero decir, no tengo nombre propio. Nací hace poco en una ortiga donde mi madre depositó en el envés de una hoja unos 200 huevos. Como para bautizarnos estaba ella. Al cabo de dos semanas toda la prole nos vimos la cara por primera vez y en pequeños grupos nos dispersamos por la planta. Éramos unas orugas pequeñas y negritas, llenas de espinas inocuas, que nos arrastrábamos por las hojas zampándonos las partes blandas. La ortiga ni se quejaba, conste. Al mes y medio todas nos separamos y cada cual montó su crisálida, colgándonos de donde pudimos, en una planta cercana, en la propia ortiga que nos dio cobijo o donde fuera. Y en dos semanas más, chan-chata-chan, salimos al mundo exterior convertidas en mariposas de diseño, según dicen bonitas hasta hartar. Yo, en mi inicial inocencia, volé por el nuevo mundo por puro placer y, aunque mi instinto me pedía posarme en una flor para libar su néctar, reparé en una niña pelirroja que pasaba por allí y me posé en su nariz. Ella se moría de risa y yo no salía de mi asombro. Aquello, por lo que vi posteriormente, fue muy impactante para la especie del homo sapiens. ¡Hasta me sacaron una foto que luego publicaron en las redes!  Así me enteré yo que soy una aglais urticae, vulgarmente una mariposa ortiguera, joder, el mismo nombre para toda mi familia, sin personalizar en absoluto mi existencia. La culpa es de un tal Linneo que en 1758 descubrió a alguno de mis ancestros enredando entre ortigas y nos bautizó a todos de golpe con el mismo nombre. Me... en Carlos Linneo. 

________


No hay comentarios:

Publicar un comentario