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19 feb 2025

Abrir los ojos al mundo

La vaca andaba un poco confusa con la ternera que acababa de parir. Le he pasado la lengua por todo el cuerpo para limpiarla, le he ofrecido mi ubre para que sacie el hambre y aquí la tengo alelada mirando al patrón y a su hijo. Que me sale tonta, se quejaba. Le dio un pescozón y consiguió que la criatura se concentrara en un pezón, pero al poco tiempo ya estaba de nuevo con la mirada clavada en los humanos. ¿Qué miras, pedazo lela? Es que, vacilaba la ternerita, yo tengo 4 patas y me cuesta mantenerme en pie y ellos con 2 mira qué tiesos andan. La madre soltó un mugido que espantó el ánimo filosófico de la pequeña. Tú a comer, le ordenó, que tienes que ponerte como una vaca. La ternera levantó la vista y vio un cuervo que se acercaba a comerse la placenta. Aquel tenía 2 patas y 2 alas, además se movía por el aire. Se tapó los ojos con la pata delantera, se rascó la testa y se dio pena a sí misma. ¿Dónde he venido yo a parar? Su madre la sacó de dudas metiéndole a trompicones un pezón en la boca. Ahí encontró más sentido a esta vida.
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