Chapuza de fusilamiento

Al reo le colocaron un cigarro en la boca y el mismo capitán le dio fuego. Tú no vas a morir de cáncer de pulmón, se permitió decirle con sorna. El pelotón de fusilamiento ya estaba formado en línea frente al condenado y en posición de disparar. Sólo faltaba que el capitán diera la orden. Para cerciorarse de que las armas y los hombres estaban preparados se paseó como un pavo real por delante de ellos vigilando si estaban quitados los seguros de las armas. Mientras tanto el condenado a morir fusilado estaba centrado en su cigarro. Se le había apagado. Viendo que no podría dar la última chupada de su desgraciada vida, pidió fuego con voz potente. Se oyó un estruendo que fulminó al capitán y a él le arrancó el pitillo de la boca, no más. La tropa no salía de su estupor y el reo se arrancó en una risa nerviosa que le duró un año, el tiempo necesario para entrar en un canje de prisioneros entre los dos ejércitos enfrentados. Cuando contó su historia a los de su bando fue condecorado por acabar con un mando del ejército enemigo. También se le adjudicó una pensión vitalicia. ¡Lo que cambió su vida por la adicción al tabaco!

________