22 abr 2024

Parece que todo el mundo se equivoca

Señor juez, se lo juro, fue un error involuntario, yo soy buena persona, lo hice sin querer, fue mala suerte, no me di cuenta, estoy arrepentido, no volverá a ocurrir, pido perdón a la viuda y a los hijos, no fue más que un accidente... Perdóneme. El magistrado escuchó toda la retahíla de disculpas del acusado. Luego fijó la mirada en los deudos del muerto en aquel fatal accidente en un paso de cebra, cerró los ojos y pronunció la sentencia. Culpable de homicidio por imprudencia grave a pena de 4 años de prisión. Luego el juez miró al causante de todos los males y le dijo muy serio: Será otro error, lo siento.

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El delito de homicidio por imprudencia grave se recoge en el artículo 142.1.

19 abr 2024

Encerrona

 

 Le llamaron para una entrevista que resultó un fracaso. No paró de mirar de reojo a la secretaria. Nadie le avisó de que era su ex. 

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17 abr 2024

Hombre cabal

Me sé una buena de Arístides. Cuenta, cuenta. Sabes que Atenas, eso se dice, es la cuna de la democracia y que allí existía el ostracismo como recurso político. Ejem, aquí vendría muy bien. No te enrolles, Simón. Pues es verdad, coño. Todos los años preguntaban a los ciudadanos si querían mandar al ostracismo a algún político. Y no era una tontería, pues se iban desterrados lejos de la ciudad durante 10 años. Figúrate cuántos lerdos mandaríamos a hacer puñetas hoy en día. Sí, asentía Machuca, no estaría mal... Pues, mira, los ciudadanos interesados en participar acudían al pie de la colina del barrio de los ceramistas, mandaban escribir un nombre en un resto de cerámica (óstrakon) salvado del vertedero y se entregaba a los responsables de la votación. En el recuento, si se llegaba al quorum establecido, salía el nombre del ciudadano que debía abandonar la ciudad en 10 días con un “hasta luego”. Pues cada año se quitaban un problema de encima, no estaría mal implantarlo aquí, proponía el tío Machuca. Pero ¿qué le pasó a Arístides? ¡Ja, ja! Un año se le acercó un analfabeto, algo frecuente en aquellos tiempos, y le pidió un favor, que escribiera en el trozo roto de cerámica un nombre concreto: Arístides. ¿Tienes algo contra él? ¿Te ha causado algún daño? ¡Qué va! Ni le conozco. Pero me fastidia que todos le nombren como “Arístides, el justo” y ya me he cansado. El citado, calló y entregó el óstrakon al iletrado aquel que se fue feliz por cumplir con su obligación democrática. Nunca supo que tenía en sus manos un autógrafo del gran estadista ateniense, sonreía el abuelo Simón. A veces, comentó maliciosamente el tío Machuca, aquí también se vota con criterios un tanto peregrinos. Pero qué categoría Arístides. Ya, aquel día no salió el más votado, pero años más tarde a él le tocó de verdad entonar el “hasta luego”. 

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15 abr 2024

Consejos de mujer a mujer

Abuela, te cuento un secreto. A mí no me gusta el novio que tengo. Lo voy a dejar. Tú verás. Pero a ti ¿quién te gusta? Jo, se me van los ojos detrás del novio de Coral. Quítaselo. La nieta miró sorprendida a su abuela, como pidiendo explicaciones. Eso no es robar, fue todo lo que escuchó como argumento. La chica se pasó toda la noche pensando en ello. 

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